Por
Miranda Gray
El
caso de la menstruación femenina es uno de los ejemplos más claros de esta
tendencia nuestra a omitir el lado introspectivo que caracteriza a los valores
yin. El ciclo menstrual es un conjunto de fases donde la mujer tiene el
potencial de conectar, mensualmente y a través de su propio cuerpo, con la
creatividad que se desprende de todo ciclo vital de muerte y renacimiento.
Tiempo
lineal y tiempo cíclico. Ritos de iniciación (Nacimiento y Renacimiento).
Hay
un momento en la vida de la mujer donde comienza a sentirse parte integrante y
conformante del proceso creativo de la naturaleza. El punto de inflexión lo
marca su primera menstruación. Antes de ese momento, la mujer es todavía una
niña y vive un tiempo lineal caracterizado por el discurrir homogéneo de sus
días sin cambios importantes en su naturaleza emocional y energética.
La
primera menstruación es un momento importante en la vida de la mujer. Por
desgracia este momento pasa desapercibido en la mayoría de los casos o se vive
sin la conciencia y la importancia que tendrá para la mujer este acceso
fisiológico y corporal con el ritmo vital. En nuestra sociedad actual no hay
una educación enfocada a informar a las niñas que a partir de su primera
menstruación los días no van a ser iguales. Las chicas adolescentes de hoy en
día no tienen una información clara y precisa de que su biología va a
transformarse y se estructurará en ciclos. Para una adolescente es importante
saber que cada uno de los días van a ser diferentes a lo largo de un mes y que,
sin embargo, volverán a repetirse mes tras mes. Esta repetición va a generar un
ritmo del que podrán ser conscientes con tan sólo observarlo, vivirlo. La
finalidad de concienciarse de su ciclo es poder explorar cada uno de los
diferentes matices diarios sin perderse emocionalmente dentro de esta variedad
tan rica de posibilidades.
Muchas
de las madres no pueden informar a sus hijas de este hecho porque ni siquiera
ellas saben que existe esta posibilidad, tampoco los padres. La sociedad nos
exige vivir desconectadas, nos pide que volvamos a ser seres asexuadas
volviendo al tiempo lineal de nuestra niñez.
Una
vez la mujer ha accedido a su naturaleza cíclica, es imposible desconectarse y
querer volver a vivir en un tiempo lineal. Sería como querer retornar
biológicamente a nuestra infancia, y esto la naturaleza no lo contempla. Sin
embargo la sociedad sí nos exige esta homogeneidad en nuestros patrones de
conducta, nos demanda seguir igual día tras día, sin cambios a lo largo de un
ciclo mensual. Nuestro péndulo vital nos obliga a bajar, a bucear y explorar
nuestra naturaleza interna, mientras que la sociedad exige constantemente estar
arriba, disponibles, activas, yang, fuera, al frente, ignorando los ciclos yin
de interiorización. La mujer, en su descenso a lo profundo trae al mundo
externo el yin, ella es la portadora de sus cualidades, pero para ello necesita
conectar con esa parte, necesita distanciarse durante una fase de su ciclo para
volver al mundo externo, yang, con la sabiduría adquirida en su descenso.
Por
esta razón muchas mujeres viven cada mes de manera conflictiva esta oportunidad
que la naturaleza brinda. Lo llamamos síndrome premenstrual. Son unos días de
conflicto donde la naturaleza empuja a la mujer hacia lo profundo, mientras que
la sociedad la retiene impidiéndole ese acercamiento. Y así la mujer vive un
periodo de gran conflicto donde su visión interior contrasta con una realidad
exterior que ha extremado sus valores hasta el punto también de desvirtuarlos.
La falta de información a la hora de entender este proceso es muchas veces la
causa que impide tanto a la mujer como al hombre tomar conciencia de este
hecho. Dialogar con las energías que se despiertan durante la menstruación a lo
largo del ciclo puede ayudar a la mujer a recuperar parte de su equilibrio.
Este diálogo necesitará de un distanciamiento responsable y consciente de la
actividad y el ritmo que se viven fuera.
Nuestros
antepasado celebraban los inicios de los ciclos, y la primera menstruación de
una mujer era motivo de celebración para la comunidad. Pero los ritos de
iniciación tan importantes en estas sociedades también han desaparecido de
nuestra manera occidental de entender la vida, así como el sentido sagrado de
la misma. Esta carácter sagrado no era otra cosa que sentir en carne propia esa
conexión con el pulso, con los latidos de la vida. De igual importancia y
significación para la mujer son las alteraciones biológicas que se producen en
su ciclo mensual, como son los embarazos o la menopausia. También la menopausia
deberían igualmente celebrarse como final de un periodo y renacimiento a otra
etapa. Pero al perder el sentido de los cambios, hemos perdido la
heterogeneidad que genera diferencia, alternancia y vida, en favor de una
homogeneidad cada vez más estéril y aburrida. ¿Qué podemos hacer? Experimentar
con curiosidad cada fase de nuestro ciclo mensual, integrarla, celebrarla y
dejarla marchar. Y emocionarnos y agradecer al sentir el ritmo.
Cuatro
Fases
Sociedades
antiguas y todavía hoy comunidades indígenas separaban y aislaban a las mujeres
que estaban menstruando para, precisamente aprovechar al máximo el potencial
vital y creativo que la mujer portaba dentro. Una información ancestral valiosa
que se utilizaba para ayudar, nutrir, inspirar y dirigir a la comunidad donde
habitaban. Para ponernos en contacto con estas energías creativas que se
liberan durante el ciclo mensual podemos distinguir cuatro fases fisiológicas
que son las fases de todo proceso creativo y también las fases de gestación de
la naturaleza.
1.
Muerte (culminación, menstruación)
El
ciclo comenzaría con el primer día de sangrado. Un momento en el que se cierra
el ciclo anterior y se da comienzo a un nuevo ciclo. Este dejar ir dura entre 3
y 5 días más o menos dependiendo de la mujer. Es éste un momento de muerte e
introspección, de liberación de un ciclo que se ha completado. En esta fase la
mujer tiene el potencial de contactar con ese interior frío, oscuro, receptivo
que forma parte intrínseca de su naturaleza. Un momento de intimidad y
aproximación a un espacio interno profundo, muy profundo, que nos recuerda unos
valores hoy por hoy olvidados.
Después
de los días de menstruación el cuerpo de la mujer comienza a prepararse para
gestar un nuevo óvulo en los ovarios, es la fase de renacimiento. Esta
preparación tiene a nivel vital externo su expresión en la planificación
preliminar de las ideas que darán lugar a nuevos proyectos. Esta es una fase
donde podemos encontrar inspiración en todo aquello que nos rodea, pudiendo disfrutar
de una forma renovada de la relación con nuestro entorno. La naturaleza
intuitiva de la mujer irá seleccionando aquello en lo que ir fijando su
atención pero todavía sin decidir una forma, simplemente jugando.
3.
Pensamiento (dirección)
Esta
fase da paso a unos días en los que la mujer empieza a contactar con la
dirección que quiere dar a esas ideas, gestándose la intención y la forma de un
proyecto, idea o causa determinados. También aquí la intuición de la mujer
tiene un papel relevante en la toma de decisiones y prioridades. A nivel
fisiológico el óvulo ha viajado de los ovarios al útero y se encuentra en su
fase más receptiva esperando a unirse a un espermatozoide. Éste es por ello un
momento donde la mujer se expresa a un nivel más externo y sus deseos
personales son menos importantes, se va preparando ya aquí para una posible
maternidad. En esta fase la mujer puede aportar gran ayuda y nutrimento a otros
miembros de su entorno o comunidad.
4.
Creatividad (creación)
Y
por último llegamos a los días previos a la menstruación. Uno de los momentos
donde la mujer está más frenética y creativa en su vida cotidiana pues el
óvulo, si no ha sido fecundado por un espermatozoide, tienen el potencial de
hacerlo a otros niveles tomando la forma de proyectos y causas que se concretan
y exteriorizan con la estructura y potencia natural que ha ido gestándose a lo
largo de las etapas anteriores. La mujer en esta fase empieza ya a sentir la
llamada interna y van creciendo recíprocamente su intuición o su lucha,
conforme se adentra o se resiste a esta reunión con la parte de su naturaleza
más desconocida y recóndita.
Y
vuelta a empezar
Y
así llegamos de nuevo a la fase donde el óvulo y el tejido que recubre el útero
son expulsado fuera del cuerpo. La mujer puede acceder aquí a su naturaleza más
yin. La mujer en esta fase conecta con soluciones y salidas creativas,
encuentra los matices, resuelve los enigmas. Se completa y despide un ciclo, y
se va madurando el inicio del próximo.
Parecería
obvio resaltar que la forma de entrar en conexión con las energías de cada fase
no proviene de la razón y el entendimiento intelectual de estos ciclos. Con
este artículo corremos quizá el riesgo de que la lectura del mismo pueda
generar una barrera intelectual superficial que impida un acercamiento más
vivencial. Sin embargo hemos considerado importante facilitar esta información
y hacerlo desde la perspectiva integradora del ciclo básico del yin y elyang.
1.
Rememora tu primera menstruación. Reúne en casa a familiares y amigos, y
atrévete a celebrar ese momento como celebras tu cumpleaños. Busca entre tus
recuerdos la fecha o época del año donde tuviste tu primer ciclo, si no
consigues acordarte, establece una fecha simbólica. Celebra este evento
anualmente; estás celebramos el inicio a la vida cíclica. En ocasiones
sorprende cómo nuestra fecha de nacimiento, nuestro cumpleaños, es cercana o
coincide con la fecha de nuestro primer periodo.
Aprovecha
los regalos que te hagan o te hagas para lucirlos durante los días de tu
menstruación a lo largo del año. Esos días vístete para ti. Elige colores que
te acompañen en tu introspección: negro, marrones, violetas…
Otra
sugerencia es que os reunáis varias amigas cuya fecha de inicio a la vida
cíclica coincida en el tiempo. Animaros a compartir y celebrar ese momento.
2.
Ir sincronizando tu menstruación con la Luna. A lo largo de los dos o tres
primeros meses es importante observar la luna y entender cómo está funcionando
tu ciclo actualmente. Posteriormente podemos empezar a sincronizar nuestro
periodo con los días de Luna llena, o de Luna nueva. Sincronizarnos con la luna
llena nos brinda la oportunidad de exteriorizar y dar forma en el mundo a
nuestra creatividad interior. Sincronizar con la luna nueva nos lleva a un
periodo de mayor introspección profundizando en el misterio y la intuición.
Dependiendo del momento vital en el que nos encontremos puede apetecernos más
sincronizarnos con uno u otro.
Para
conseguir esta sincronización fijaremos nuestra intención en un plazo
relativamente flexible de tiempo, por ejemplo 1 año, y cada mes alrededor de la
2ª semana que es la fase de nuestro ciclo mensual relacionado con la dirección
y los proyectos, nos centraremos en recordar nuestro objetivo. Podemos utilizar
la siguiente frase para programarnos y fijar nuestra intención en
sincronizarnos “Sincronizo mi ciclo mensual interno con el ciclo de la Luna. La
próxima primavera (verano/otoño/invierno) mi menstruación empezará con la Luna
llena (nueva)”. Este margen de 1 año es recomendable para intentar no caer en
procesos obsesivos de competencia personal, y permitir que esta pauta corporal
se vaya instaurando en nuestro cuerpo de manera paulatina y relajada.
Fuente:
Miranda
Gray (1995). Luna Roja. Los dones del ciclo menstrual. Gala Ediciones.
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